Ese fue el título de un simpático monólogo de
Fo y Franca Rame (¿ó solo de Franca?). A estas alturas de la película el asunto
parece más bien una quimera provocadora que una utopía feliz.
Ni siquiera sobre el sexo revolotea la Paz,
considerando el modelo en que los humanos chapoteamos hace ya un puñadito de
siglos.
Eso sí, queda el fantaseo y la sublimación
transmigrante a ámbitos culturales de oriente y occidente que cuentan con un
largo linaje que incordió tanto a inquisidores como… ¡al bueno de Diderot!
Añado aquí algunas irredentas pasiones sobre
lienzo y papel, que favoreciendo la ensoñación no generan problemas.
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