El Postre, como
subproducto del ejercicio del arte, no es tan habitual como reseñan libros y
crónicas. Nada de eso…Mucho cuento. Sin embargo, hubo tiempos mejores. Los años
1992 y 1993 fueron años de “menú completo” gracias al aprovechamiento de la
puerta que me entre abrió a Babelia mi viejo amigo Nacho Montejo. Durante esos
años, ilustré mucho y creo que con acierto. Después cambiaron tornas y gentes
de departamento de diseño… Pero fue bonito, mientras duró. Como este blog tiene
algo de diario, inserto a continuación algunas muestras de aquel tiempo de
colaboraciones en ese suplemento cultural.
ARTISTA PLÁSTICO
martes, 29 de noviembre de 2016
jueves, 17 de noviembre de 2016
¿ESCULTURAS, JUGUETES?
En cualquier caso artefactos
pequeños…cachivaches de compañía. Fetiches para animar la casa. No están
destinados a la exposición ni a la venta, porque se despistarían en espacios
ajenos (en tanto que aquí, en casa, establecen cómodamente relaciones de
afinidad con bibliotecas, lámparas y electrodomésticos).
Producto del encuentro casual en paseos y
derivas, permanecen en cajas esperando el momento del ensamblaje que orienta -hacia
una forma libre- lo que brindó el azar.
Hace seis años (2010) el Museo Picasso de Málaga presentó una bonita
selección de
Juguetes de artista. Llamó a la exposición Los juguetes de las vanguardias porque
se abrieron paso entonces, a comienzos del pasado siglo de la mano del humor
(de las vanguardias con más humor, Cubistas y Dada) en el mundillo del arte
contemporáneo. Sin embargo el juguete artístico viene de muy atrás: presente en
artesanías y artes populares, también los exvotos ibéricos, los “atrapasueños”
de los indígenas americanos, las muñecas del Egipto faraónico, las calaveras de
cartón mexicanas…
En definitiva: ¿Son juguetes? ¿Son
esculturas? …Son.
(Invierno 2016)
viernes, 11 de noviembre de 2016
miércoles, 9 de noviembre de 2016
lunes, 7 de noviembre de 2016
¡ÁNDALE…LUPITA¡ Acacio Puig: 7-11-2016

Lupita como tema me tentaba
desde que –hace ya tiempo- me acerqué a ciertos aspectos de la gráfica y la
pintura mexicana.
En los años 60 del pasado
siglo y al hilo del grupo Estampa Popular, conocí la obra de Guadalupe Posada (¡calavera del montón!) y a fines de esa
década, rastreé su incidencia en parte de la cartelería de mayo de 1968.
Mucho después, compartiendo
taller de serigrafía con mi amigo ya fallecido, Pepe Ortas, tuve ocasión de
conocer de primera mano los entresijos de Estampa
Popular y el Atelier Populaire,
en el que Pepe estuvo profundamente implicado; en la década de los 90 y en su
compañía, editamos un par de carpetas destinadas a Sodepaz (Sodepaz@sodepaz.org).
Serigrafías sobre papel, una
de ellas estaba dedicada a la cartelería francesa del 68 y la otra, a una selección de grabados
de Guadalupe Posada.
Ya en el inicio de los 2000,
el encargo de ilustraciones sobre Frida Kahlo para una biografía juvenil editada
por Susaeta (www.susaeta.com) estimuló el
regusto de seguir impregnándome de esa cara de México tan apasionante, la que
liga indisolublemente la vida y la muerte …y despliega el humor negro como puente entre los
dos extremos.
De todo ello se alimentan
iconográficamente mis Lupitas. Aquí presento algunas.
LA SOLEDAD DEL CONSTRUCTIVISMO SOVIÉTICO. Acacio Puig. (Noviembre 2010)
Hace ochenta años que se suicidó Maiacovski,
poeta, cartelista y señero dramaturgo de la vanguardia rusa. Su última obra, Los Baños, brillante sátira de la
burocracia, había sido ferozmente vapuleada por la crítica y abucheada por el
público.
La gran exposición de Rodchenko y Popova
finalizó en Madrid en enero de 2010 y Viento Sur publicó en su número 108 el entusiasta
comentario de Ángel García Pintado sobre aquella revolucionaria peripecia
cultural y social.
Los dos acontecimientos motivan las
reflexiones que siguen (circunscritas al ámbito de las artes plásticas) con
pretensión de señalar los conflictos entre “ismos”, su choque con la tradición
realista y las limitaciones del bagaje bolchevique para mediar en un intenso
debate cultural que emergió en el difícil contexto de insurrección, guerra y
aislamiento de la Revolución
de Octubre.
El breve y polémico encuentro entre
vanguardia cultural y vanguardia política (Estado, Partido y Sindicatos) puede hacer más entendible la gradual
hegemonía del realismo social y su posterior degeneración en manos “de artistas
obligados a pintarrajear los groseros rasgos de una falsificación histórica” (1).
Los antecedentes.
Durante el siglo XIX la cultura oficial de la Rusia zarista era la propia
de un régimen autocrático experto en dictar géneros, administrar encargos, bonificar
y castigar. Desde el espacio social de oposición a ese régimen se generó
una cultura de tendencia, el realismo
naturalista, cultivado por la gran
novela rusa del siglo y también, en el ámbito que nos ocupa, por pintores de la
talla de Repin, Surikov, Serov o el Vrubel
pre-simbolista. El realismo, que contaba con Chernichevski como reconocido
teórico, se había configurado como una poderosa corriente estética y ética
legitimada tanto por la calidad de sus producciones como por su convergencia
con el movimiento social anti-zarista. Así pues, las posiciones defendidas en Relaciones Estéticas entre Arte y Realidad,
impregnaron también la contestación artística y la ruptura, en 1863, de un
grupo de catorce pintores con la poderosa Academia de Bellas Artes. Los
disidentes fueron sometidos a vigilancia policial y su asociación disuelta en
1870 por orden de la autoridad. El movimiento reapareció poco después como Sociedad de Expositores Ambulantes (“los
Ambulantes”), alternativa al arte palaciego en la elección de temas y sujetos
(la vida cotidiana de las clases dominadas), en la búsqueda de originales circuitos
de exposición (exposiciones ambulantes que “llevaran el arte al pueblo”) y en
el encuentro de una nueva clientela (la oposición al zarismo). Los Ambulantes
llegaron a constituir un fenómeno cultural militante, emparentable con el
realismo crítico europeo practicado por pintores emblemáticos como Courbet y
Manet, artistas afectos a La
Comuna y represaliados por ello. Los Ambulantes eran también
admiradores del compromiso ilustrativo
de pintores como Signac y Meunier…que colaboraban habitualmente con la prensa
socialista y anarquista. En fin, participaban de la actitud arriesgada e
insegura de sus colegas de Europa occidental a los que alguien caracterizó como nuevo “proletariado artístico”. Sin
embargo, el realismo naturalista que en el occidente de Europa introdujo
progresivamente las rupturas e innovaciones
que dieron paso a los primeros “ismos” (impresionismo, simbolismo…) en
Rusia se mantuvo mayoritariamente fiel al criterio de Chernichevski: “el
artista, pensador en imágenes y difusor entre la gente de verdades orientadas
hacia la liberación…no necesita innovaciones formales”.
Desde esas premisas el realismo ruso en
pintura aguantó el tirón hasta 1900, consolidando su presencia en el campo
artístico y educativo. Las diferenciaciones posteriores -simbolistas,
cezanianas, rayonistas, futuristas y suprematistas- emergerían entre 1907 y
1914 y tuvieron serias dificultades para ser aceptadas.
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